domingo, diciembre 09, 2007

Peligrosa Obsesión

Cuando avisté a esa chica en el tren me di cuenta de que algo raro sucedería. Tan sólo con su apariencia iluminaba todo el mugroso vagón del Diesel hacia La Plata. El hipnótico balanceo del tren se conjugaba con el pegadizo ritmo que emergía del golpeteo de los anillos de aquella niña de trece o catorce años contra el asiento despintado de chapa.

En ese momento fue cuando comprendí lo que pasaba. Más allá de su tierna belleza, más allá del ritmo latinoamericano de sus manos, más allá de toda sutileza, jamás podría tenerla. Jamás estaría a mi lado ese pequeño pimpollo del Sur, porque de cualquier manera jamás me lo permitiría, porque jamás excedería ese límite. Y es completamente lógico y comprensible.

Pero el subconsciente es traicionero y se pregunta entonces porqué existe esta realidad. Realidad de límites y de carencias. Porque no es lo único que no podría tener. Sino que es parte del enorme universo de cosas a las que jamás voy a poder acceder. Y no hablo de criaturas celestiales de catorce años solamente, ni siquiera hablo de mujeres ni de personas, sino que hablo en abstracto.

Quizás esté empezando a volverme loco. Quizás es el punto en el que la película surrealista de Lynch se vuelve perversidad de Allen. O quizás no sea ninguna de esas cosas y sea un mal sueño solamente. Quizás sea tan sólo una provocación.

Porque ya lo dicen, ojos que no ven, corazones que no sienten.

Y es que estamos cada día más ciegos en este mundo.


1 comentario:

Lau Casandra dijo...

Son muchas las cosas que nos son inaccesibles. Lo malo es cuando uno piensa que no puede alcanzar las cosas que desea y entonces se queda sentado lamentándose. Esto es patético, cosa de cobardes, pusilánimes y por qué no cómodos. O no es más cómodo quejarnos y no hacer nada práctico para aunque más no sea rozar nuestro anhelo?