martes, enero 26, 2010

Titulos

Las personas necesitan, en general, asociarle un nombre a las cosas, los objetos, las situaciones, las acciones y a todo en particular. Como si de este nombre dependiera la identidad de las mismas. Es posible que dicha necesidad surja de una sensación de seguridad que sobreviene cuando se conoce el nombre de algo. Un terreno conocido.
Sin embargo, creo yo -y esta es mi opinión solamente- que las cosas serían las mismas aunque su denominación cambiara. Asi es que el perro seguiría ladrando igual de alegre si se llamara eucalipto, o las ranas saltarían siendo jarrones. Sin duda alguna la orquídea mantendría su belleza siendo pantomima, algo bello lo sería igual aunque fuese putrefacto y la guerra seguiría siendo igual de horrible aunque se le mencionara como estrella. Seguiría evaporando largas charlas con amigos los ortinorrincos por la mañana y guardaría unas tornillos con manteca.
Los toldos son igual de rugosos cuando estoy con vos contemplándolos a la milonga del río.