martes, enero 26, 2010

Titulos

Las personas necesitan, en general, asociarle un nombre a las cosas, los objetos, las situaciones, las acciones y a todo en particular. Como si de este nombre dependiera la identidad de las mismas. Es posible que dicha necesidad surja de una sensación de seguridad que sobreviene cuando se conoce el nombre de algo. Un terreno conocido.
Sin embargo, creo yo -y esta es mi opinión solamente- que las cosas serían las mismas aunque su denominación cambiara. Asi es que el perro seguiría ladrando igual de alegre si se llamara eucalipto, o las ranas saltarían siendo jarrones. Sin duda alguna la orquídea mantendría su belleza siendo pantomima, algo bello lo sería igual aunque fuese putrefacto y la guerra seguiría siendo igual de horrible aunque se le mencionara como estrella. Seguiría evaporando largas charlas con amigos los ortinorrincos por la mañana y guardaría unas tornillos con manteca.
Los toldos son igual de rugosos cuando estoy con vos contemplándolos a la milonga del río.

8 comentarios:

[ nada ] dijo...

Si, claro. Porque lo que importa es la esencia de la cosa y no su denominación verbal. No creo que tenga que ver con una cuestión de sensación de seguridad, se le ponen nombres a las cosas para poder llegar a un cierto nivel de entendimiento con el resto de la gente; si yo le llamo eucalipto al perro, al ir al negocio en donde venden su comida, me venderían un enorme bidón de agua, en lugar del alimento balanceado, y mi perro (o eucalipto, como mas te guste) al cabo de dos semanas, pesaría menos que una rana (o que un jarrón)
El asunto es que yo tengo en casa un mamífero de cuatro patas, que ladra, muerde y come alimento balanceado.
Lo mismo puede pasar con otras denominaciones, por ejemplo, al azar, por usar alguna, como “tenés novia”.
Una novia es una chica con la que uno sale habitualmente (van tomar algo, al cine, a recitales, al teatro, etc.) se dan besos en la boca (y demás, no voy a profundizar) uno va comer su casa con sus padres, o a ver una película un viernes a la noche, anda de la mano por la calle, y un montón de otras cosas.
Yo podría reemplazar a la denominación “tenés novia” por la denominación “hacete cargo”, o por cualquier otra. Lo importante es que la llame como la llame, toda la enumeración anterior seguiría pasando.
Esto me dice que “tenés novia”-“hacete cargo”, en esencia, en este caso, son la misma cosa, pero si alguien la llamara de la segunda forma, nadie le entendería…

Isasoi dijo...

Precioso lo que has escrito... Desde el otro lado del océano... La mujer calamar

オテモヤン dijo...
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carmeloti dijo...

Dilema eterno desde la Edad Media, enfrentamiento titánico, entre la realidad y la abstración de la fonética, la atribución de poder según su nomencaltura.......

Siempre me ha encantado esta reflexión, la filosofía nominalista, es todo un abismo por donde hacer turismo.

El poder de la palabra, yo que me considero una ladrona de palabras, una delincuente de sus esencias, CREO EN EL PODER DE ESTAS, y lo que ellas generan........

Unknown dijo...

Gracias a los comentarios elogiadores!
Niño Todo (o Nada, que seria lo mismo, o no) me gusto mucho como expresaste lo que te genero el texto, realmente esta muy bueno! Lo malo es que no comprendiste la esencia del texto en si. Escuchaste un ruido de fondo y perdiste la sinfonía... De todos modos es entendible y aceptable.
Saludos para todos!

Isasoi dijo...

Sebas: llegué a tu blog por azar, ya que le di al botón del "blog siguiente" y no me preguntes por qué, pero aparecí aquí.
Curioso.
Suerte

Anónimo dijo...
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Mr. H3rv45 dijo...

hay lenguas en que el nombre de las cosas guarda una relación con el sonido estas producen. De cualquier modo, en el caso del español, nunca habrá sido del todo arbitrario.