El Cuadro

No era un dia como cualquier otro. Ese dia se perfilaba de manera peculiar, extrañamente contradictorio a las ultimas semanas, chatas y vacias, donde todo parecia tener el mismo curso. Por un momento creyo que el caos invadiria su persona perturbando la calma que traia desde hace siglos atras.
Mirando de reojo el cuadro de Abraxas entro en el cuarto, arrojando las llaves sobre el escritorio. Como una ironia del destino cayeron sobre La Paz y La Guerra. En ese instante sintio una sensacion anormal que lo recorrio de pies a cabeza, acompañada de un pequeño sacudon. Abraxas seguia inalterable colgando de la pared.
Se sento en la cama y comenzo a quitarse los zapatos, primero el izquierdo y luego el derecho, como su ancestral costumbre lo dictaminaba. Afuera ya podian distinguirse los primeros atisbos de lo que seria una lluvia torrencial. Volvio a mirar el cuadro y noto algo diferente en el. Abraxas seguia ahi, pero ahora parecia tener una sonrisa en su rostro, sarcastica, humillante.
Fue ahi que se produjo el segundo sacudon, pero este fue mucho mas intenso. Y fue seguido por un tercero y un cuarto. Las lagrimas comenzaron a correr por su rostro, pero le quemaban mientras caian, dejando heridas en sus mejillas. Las manos le temblaban y el pulso se aceleraba como nunca. Sus piernas cobraban vida propia y danzaban en el aire. De un golpe se levanto y a la vez que sonaba el primer trueno fue corriendo al baño donde se encerro, temblando y sudando.Se desgarro en un repentino vomito de sangre, retorciendose frente al lavatorio. Vomito sangre, pero sangre incolora, porque ese es el color del alma, dicen, que se le salio por la boca fugazmente.
Abraxas lo miraba desde el cuarto, saliendose de la pintura de la pared, riendose a carcajadas.