jueves, noviembre 20, 2008

Autobiografico – autoreferencial – incongruente

Hoy volví a Córdoba. Hacia un tiempo ya que no viajaba para estos pagos. Y es extraño, un deja vu, porque como la primera vez, llegue por la tarde, con un día soleado, de calor. Fue como volver a vivir aquella primera vez, allá por Febrero, donde todo era nuevo. El mismo hotel, los mismos olores, la misma humedad que es tan particular de Córdoba, porque no es la misma que tenemos en Buenos Aires. El remisero transitó el mismo camino desde el aeropuerto al hotel, como si se tratara de una repetición premeditada, como una broma a mis pensamientos.

Quizás sea una de las últimas veces que vuelva aquí. Quizás sea la última de todas las veces. Me decido a aprovechar el poco tiempo de la noche que me queda para salir a caminar y comer, rogando que la brisa fresca me ordene un poco las ideas después de una semana tan fatídica (bueno, o dos semanas).

Voy caminando por la diagonal, esquivando la gran cantidad de gente que transita la ciudad, pero estoy como ausente, no me percato demasiado de sus rostros salvo por algunos en particular. Una chica, bastante linda, me dedica una mirada prolongada. Hago caso omiso del hecho. Luego otra. Estúpidamente pienso que debo tener algo, porque las chicas lindas no me dedican esas miradas. Podrá ser el corte nuevo? No lo creo, debo tener algo gracioso. Al instante chequeo por mocos colgando o lagañas o algo chistoso pero creo no encontrarlo.

Llego a mi destino. Entro al restaurante, el primero que conocí y me siento en la misma zona que aquella última vez, fines de octubre era, pero una mesa más atrás. Siempre que voy encuentro mozas diferentes, nunca están las mismas. No se si se turnan demasiado entre días y horarios o es que rotan demasiado. Me dan la impresión de que son estudiantes que se solventan los estudios trabajando ahí. Porque son chicas, algo mas jóvenes que yo, muy simpáticas normalmente. Pero ese razonamiento es producto de mi tendencia a etiquetar y estereotipar.

Pido la Wasteiner de siempre, como una obligación que se disfruta. En un momento me encuentro mirando hacia la puerta, como esperando que entre, igual que sucedió aquella vez. En aquella oportunidad me pase largo rato mirando la gente de la calle y pensando en lo lindo que seria que de repente entrara por la puerta y viniera a comer así la podría invitar a sentarse conmigo. Y de hecho lo hizo! Entro al mismo lugar, paso por mi mesa, me saludo cordialmente, pero no tuve el valor para invitarla. Y ahora imagino la misma situación, como un androide, porque esta a kilómetros de distancia.

Lo bueno de escribir en el blog es que no necesariamente tengo que contar algo mío o no necesariamente tengo que hablar de cosas que me excluyan. Puedo ocultar nombres o decirlos a viva letra, puedo escribir grandes textos hablar de cosas aburridas que me hagan bien, más allá de la opinión de cualquier intelectualito que pueda pasar de casualidad por acá. Es bueno poder jugar con que todo lo cierto puede ser mentira y todo lo falso pueda ser verdadero. Así puedo ser autobiográfico sin serlo u ocultarme detrás de otros.

Emprendí el regreso. Un poco menos ausente que a la ida, pero pensando en que no quiero pensar mas. En nada. Ni nadie. Al pasar por una esquina descubrí que en ese mismo lugar, pero una hora antes estuve filosofando sobre la misma cuestión que en ese momento. Me di cuenta por una alcantarilla en particular. Es rara la mente, como nos juega trucos todo el tiempo.

Divise una chica que era idéntica a lo que seria Tabi si tomara drogas. El mismo pelo, los ojos extraviados, delineados en negro fuerte y un poco corrido. Hace mucho que no me acordaba de ella, creí que ya lo había superado. Pero siempre se vuelve a todo, siempre es lo mismo. Esta debe ser la semana de las vueltas. Más vueltero que yo, imposible.

Doblo por la plaza que marca el fin de la diagonal. Paso por la cañada, la noche realmente acompaña para quedarse sentado conversando en las piedritas del borde. Saco el teléfono pero lo mismo no vas a contestar si escribo. Es mejor ir a la habitación y empezar a escribir un poco, ya que hace tanto que no lo hago y esta noche inspira.

1 comentario:

Pablo! dijo...

Felicidades, empezaste a escribir en serio (o al menos eso parece)

Me quedo con una sóla frase: "Más vueltero que yo, imposible".

Un abrazo Sebasss!! algún dia organizo una borrachera colectiva y te invito!

Nos vemo'

Pablo!