martes, febrero 17, 2009

Toys in the attic

Volvió a sentir esa opresión en el pecho al acostarse. No era la primera vez que le sucedía y sabía muy bien que tampoco seria la ultima. Intento respirar hondo una y otra vez para relajarse y de a poco lo fue logrando, aunque por momentos la angustia regresaba.
“Quizás si pienso en otra cosa…” se decía constantemente, pero era complejo de conseguir. Mientras tanto en su cabeza resonaba la misma melodía una y otra vez.
“Crazy… toys in the attic, I am crazy…”
Por momentos el sueño caía sobre él, lo vencía lentamente y se arrojaba al vacío de la noche, dejándose llevar. Pero como una alarma que lo prevenía de una muerte repentina despertaba al instante, con la misma opresión en el pecho, la misma angustia, la misma canción…
“Toys in the attic, I am crazy. Truly gone fishing.
Crazy…. toys in the attic, he is crazy….”
Siguió dando vueltas en la cama, de un lado a otro, sumergiéndose entre las sabanas, como queriendo encontrar un hueco en el colchón que lo protegiera de él mismo. Su cuerpo y su mente ya no estaban juntos, jugaban en veredas opuestas y eso lo sentía en la punta de los dedos y de la lengua, en un cosquilleo de los codos, en un resoplar de los intestinos. A la vez podía sentir su dolor y verse desde afuera sufriendo, o podía confundirse con un cajón de la mesita de luz o una paleta del ventilador.
Pero luego de un tiempo la canción fue acabando y lentamente se quedo dormido.

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